Las emociones son parte de nuestra vida cotidiana, nos ayudan a relacionarnos con nosotros mismos y con los demás e influyen en nuestras percepciones, decisiones y respuestas a todas las situaciones.

Hace algunos años, tuve un cambio de ciudad que implicó un desbalance en mi y en mi familia; la tristeza y el miedo estaban presentes e hicieron que me desconectara de mi misma, que me alejara de la gente que me quería y que empezara a enfermarme. Unos meses más tarde, tuve la pérdida de la persona más importante en mi vida, por lo que además del miedo y la tristeza, llegaron la frustración, la ira y la soledad.

Me di cuenta que no podía ignorar esas emociones porque eran parte natural de la experiencia humana y en lugar de reprimirlas, comencé a aceptarlas y permitir que fluyeran. A través de este proceso, comprendí que las emociones son como olas en el océano: vienen y van, pero negarlas sólo crea una lucha interna que afecta negativamente nuestro bienestar.

Según Richard J. Davidson, neurocientífico y psicólogo estadounidense, conocido por su trabajo en el campo de las emociones y la neurociencia afectiva y profesor de Psicología y Psiquiatría en la Universidad de Wisconsin-Madison, las emociones son “respuestas psicofisiológicas que surgen como resultado de la interacción entre el individuo y su entorno, y que involucran cambios cognitivos, fisiológicos y conductuales. Estas respuestas emocionales nos permiten experimentar estados afectivos, expresar y comunicar nuestras experiencias internas, así como adaptarnos y tomar decisiones en función de las demandas y situaciones que enfrentamos en nuestra vida diaria.» Esto quiere decir que como dije anteriormente, las emociones son una parte esencial de la experiencia humana y desempeñan un papel crucial en la toma de decisiones, el procesamiento de la información y las interacciones sociales.

Entonces qué hacer con las emociones? Hay personas que dicen que es mejor “mirar para otro lado” e incubarlas o guardarlas/reprimirlas pero ALLÍ ESTÁN, presentes! Claramente no es una buena estrategia el reprimirlas. Todos los estudios demuestran que la mejor estrategia es aceptarlas y entenderlas, dejarlas fluir en nosotros mismos sin quedarnos nadando en ellas.

Gestionar las emociones es una habilidad importante para mantener el equilibrio emocional. Aquí hay algunas estrategias efectivas, que he encontrado después de leer varios autores, que pueden ayudarte a manejar las emociones de una manera más saludable:

Reconoce y acepta tus emociones: El primer paso para gestionar con las emociones es reconocerlas y aceptarlas. Permítete sentir lo que sientes sin juzgarte. Las emociones son naturales y no hay emociones “buenas” o “malas”
No ignores tus emociones: Intentar ignorar o reprimir tus emociones a largo plazo puede ser perjudicial para tu bienestar emocional. En lugar de suprimir tus emociones, busca formas saludables de enfrentarlas y procesarlas.
Identifica las emociones y su origen: Aprende a identificar y etiquetar tus emociones. Pregúntate a ti mismo qué emoción estás experimentando y trata de entender por qué te sientes así. Identificar el origen de la emoción puede ayudarte a encontrar soluciones o formas de manejarla.
El autoconocimiento es vital: Presta atención a tus pensamientos y reacciones emocionales. Revisa tus modelos mentales, tus creencias, reflexiona permanentemente sobre tu actuar, los patrones,  desencadenantes emocionales y seguramente podrás tomar decisiones más conscientes en lugar de reaccionar impulsivamente. Mi herramienta favorita para mirarme a mí misma es el Eneagrama, entender cómo funciona el ego ha sido muy revelador para mí. Nuestro Taller Punto Cero de autoconocimiento y eneagrama es perfecto para profundizar en esto.
Expresa tus emociones de manera adecuada: Encuentra formas saludables de expresar tus emociones. Puedes hablar con un amigo de confianza, escribir en un diario, o practicar actividades creativas como pintar o tocar música.
Respira: practicar técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, puede ayudarte a reducir el estrés y mantener la calma frente a situaciones emocionalmente intensas.
Comparte tus emociones: Compartir tus emociones con personas de confianza puede darte una perspectiva externa sobre tus sentimientos y situaciones.
Aprende a gestionar el estrés: El estrés puede intensificar las emociones negativas. Busca formas efectivas de manejar el estrés, cómo hacer ejercicio regularmente, establecer límites saludables, y reservar tiempo para actividades que disfrutes.
Busca ayuda profesional si es necesario: Si sientes que tus emociones están afectando seriamente tu vida diaria o bienestar, considera buscar la ayuda de un terapeuta o psicólogo. El apoyo profesional puede ser beneficioso para aprender estrategias específicas de afrontamiento y crecimiento personal.

Recuerda que gestionar las emociones es un proceso continuo, cada persona puede encontrar diferentes estrategias que funcionen mejor para cada uno. La clave es ser amable contigo mismo y estar dispuesto a aprender y crecer a través de tus experiencias emocionales.

Catalina Caicedo
Info@eltalleer.com
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